De oprimidos a opresores

Apoyo a Palestina en la plaza de la Puerta del Sol en Madrid I EFE I Juan Carlos Hidalgo
Apoyo a Palestina en la plaza de la Puerta del Sol en Madrid I EFE I Juan Carlos Hidalgo

Los que formamos Jóvenes por la Dignidad, sección juvenil del MDyC, queremos expresar nuestra opinión sobre la terrible situación que se vive en Palestina.

Vaya por delante, que estamos absolutamente en contra de la violencia, al igual que lo estamos de las injusticias y atrocidades que llegan a nosotros a través de las pantallas de nuestros móviles y demás medios de comunicación. Por desgracia, lo que antaño fue un lugar rico y próspero, donde se cultivaban fabulosos cítricos y excepcional aceite de oliva, hoy se ha convertido en un triste recuerdo. El sionismo ha destrozado infraestructuras, estancado la economía y contaminado la naturaleza. Ha alterado la ecuación y vilipendiado el sistema que dotaba al mundo de buena gente, de artistas e intelectuales, les ha arrancado la identidad impunemente.

En nuestra opinión, Israel es una invención del imperialismo, una desfachatez que insulta a todo tipo de racionalidad, que hiere de gravedad al sentido moral y que demuestra que los derechos humanos son simple papel mojado. Este pseudo-Estado es un instrumento con el que las potencias occidentales someten a los pueblos autóctonos de la región con el objetivo de tener bajo control los recursos presentes. Año tras año, ve duplicado su presupuesto mediante cantidades ingentes de dinero proporcionadas por los poderes antes mencionados, incrementa y desarrolla maquinaria militar para aplastar, para pisar y dejar sin aliento cualquier rastro de resistencia.

Los palestinos, aun con todo en contra, siguen empeñados en conseguir su libertad y la autodeterminación, derecho fundamental de todo pueblo, y de lo que se les ha privado, sus tierras. Porque es legítimo que todo pueblo libre, reclame lo que es suyo. Y por irónico que parezca, nos encontramos ante una auténtica lucha de David contra Goliat, de la que todos conocemos su desenlace.

El dolor en Palestina es inmenso y desgarrador. Y no es nuevo, pero sí cada vez más intenso e insostenible. Es una cuestión de humanidad, de justicia y de empatía con un pueblo que ha soportado décadas de sufrimiento y lucha.

Palestina es una tierra donde la Historia se entrelaza con la resistencia. A lo largo de los años, nos llegan imágenes de un conflicto que parece interminable, de vidas que se desmoronan bajo la sombra de la ocupación y el Apartheid. 

Esta visión, para el que tenga un poco de humanidad debería de generarle una reprobación a las continuas vulneraciones a las resoluciones de la ONU, o a la doble moral que practican quienes creen que unas vidas valen más que otras ante una flagrante violación de cualquier derecho humano, y un deseo ardiente de ver un cambio, de que llegue la paz y de ver a Palestina libre.

La solidaridad con Palestina va de alzar la voz contra la opresión, contra el desplazamiento forzado, el Apartheid y las violaciones de los derechos humanos.

Es desgarrador ver cómo durante décadas, la lucha palestina por la libertad, por lo que es suyo ha sido ignorada o minimizada. De hecho, se ha blanqueado siempre el genocidio practicado contra el pueblo palestino, catalogándolo de autodefensa por quienes lo practican impunemente, aunque…, ¿cómo se defiende lo que no es tuyo? ¿Matando durante casi un siglo a niños y mujeres palestinos? ¿cómo un pueblo que desgraciadamente sufrió tanto está haciendo sufrir a quienes les acogieron en su tierra?

No es sólo un fracaso de la diplomacia internacional, que también. Es a la vez, pasividad y complicidad con el invasor porque ser el fuerte o el poderoso no debería ser la excusa para justificar las injusticias, o para ignorarlas. Igual que no hay excusas para defender el as sinato que se produce de manera indiscriminada a miles de civiles palestinos. Eso, ya ocurrió en otro capítulo de la Historia y nos dejó escrito un genocidio que no debería volver a reproducirse ahora en Palestina.

Los que deseamos que impere la paz, confiamos que en un futuro Palestina será libre, el dolor será esperanza y cada persona vivirá con la dignidad merecida, especialmente, los civiles oprimidos.

Y tú, ¿de qué lado estás?  

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