CEDIDA
CEDIDA

“Y sin embargo se mueve”, es la famosa frase atribuida a Galileo Galilei que significaba el principio del fin de un mundo de oscurantismo. Por otro lado, otro aforismo atribuido a Jean-Paul Marat reseñaba algo similar a: “Que un hombre honesto solo participa de una revolución, ¡la primera!” Si unimos a este binomio recién expuesto la máxima del mayor historiador norteamericano Will Durant: “Una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro”, nos encontraremos ante la Santísima Trinidad de la decepción.

Durant, Marat y Galilei capturan en una instantánea la complejidad de los momentos que les tocó vivir, más a los dos últimos que al primero. Supieron capturar en la red de la memoria los aspectos cruciales que pueden definir las dinámicas histórica y social que proyectarán nuestro mundo hacia un futuro incierto. Las revoluciones se producen en el interior de un ecosistema comunitario concreto en el que existen fuerzas contrapuestas que permiten que surja un equilibrio que pueda servir de sustento para el posterior desarrollo de dicha sociedad. No necesariamente desde una media aritmética, de hecho, esto es lo menos común en estos casos.

La última revolución existente en nuestro país vino de la mano de los indignados del 15M. El guante lo recogió Podemos. Su recorrido pasó por las fases habituales en este tipo de movimientos de denuncia, es aquí donde me acuerdo de Marat. La limpieza real o imaginaria, fruto del hostigamiento de ciertos medios de comunicación, propició la salida de demasiados militantes o la postergación de enormes referentes como Juan Carlos Monedero, aquí es donde irrumpe con gran ímpetu y cegadora claridad Durant. Si la existencia de un partido político que ha mejorado la vida de la gente, que no tiene ningún caso de corrupción en sus filas, y que siempre ha sido fiel a sus principios prístinos se convierte en la profecía autocumplida que sus enemigos realizaron, ¡algo se está haciendo mal! Siendo cierto cada uno de los argumentos que el partido esgrime sobre su persecución y ansías de liquidación. Pero…, insisto, además, ¡algo se ha hecho mal! Aquí debo referirme sin ningún género de dudas a Galilei.

En Ceuta Podemos estuvo en manos de Caballas, o su entorno, siendo convertido en un títere de los intereses de este partido. Tan doloroso como verdadero. Un grupo de personas que creían que otro mundo era posible y la honradez debía regir sus acciones hicieron como Marat en su día, pero sin violencia ni sangre, armados con ganas de trabajar y voluntad inquebrantable. Sin bisoñez alguna y sabiendo para lo que estaban y cuál era el objetivo real: que una voz no clientelar existiera en el panorama político ceutí. Siempre ha habido y hay un motivo subjetivo o directamente espurio para atacar a Podemos. En cualquier faceta de la vida los ciclos llegan a un punto en el que se cierran. En el que las esperanzas iniciales son aplastadas por el peso de la realidad. En el que se permite que se cometa una injusticia o se actúe contra lo que se dice defender.

Como por ejemplo que se consienta la doble militancia cuando los estatutos morados lo prohíben explícitamente. Llegados a este punto, ya ni tan siquiera existe ciclo. Eso quedó atrás. Lo que nace es la constatación, a pequeña escala, de que Durant llevaba razón. En este preciso instante Marat y Durant se cogen de la mano. El crepúsculo es ahora menos morado y las ganas de coger la bifurcación que nos llevará hacia otro horizonte se intensifican. Y aquí está Galilei. El problema de los tres cuerpos se materializa inmediatamente y se superponen Durant, Marat y Galilei. Un sistema inestable solo lleva a la destrucción.

Finalizo con Soul Etspes:

“Lo nuevo teñido de viejo está más cerca de la basura que del reciclado”.

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