Los insultos machistas

Es curioso comprobar el hecho de que una servidora puede hacer un artículo sobre el empleo, la educación, la sanidad, la justicia, el abuso de la banca o la corrupción, y nadie diga nada. No hay comentarios. Pero en el momento en el que toco la inmigración o el feminismo, me salen los que se sienten intimidados y amenazados. Esas personas que se dan por aludidas y que creen que van a perder los derechos otorgados a lo largo de la historia por ser de un género, el masculino,  o haber nacido aquí. 

No hay que indagar mucho para averiguar el motivo por el que sucede esto, pero creo que esta respuesta la daré cuando hable de las nuevas masculinidades o del fenómeno del incentivo del odio que está calando en Europa y por ente está llegando a España. En cambio, de lo que me quiero centrar es en algo tan simple como la incongruencia que supone leer que más de un 70% de la población se considera feminista pero al día de hoy y hasta final de diciembre las mujeres trabajaremos gratis, seguiremos sin alcanzar los puestos de responsabilidad de manera ajustada, continuaremos acosadas  y somos asesinadas. Y cuando somos asesinadas, como ha ocurrido hoy, ese 70% ni se revela, o lo que es peor, ni se inmuta. 

Pero no únicamente ocurre esto, es que encima las redes se incendian contra quienes hemos decidido luchar contra el machismo. Yo lo he vivido en primera persona. Insultos, injurias, amenazas y expresiones referidas a mi aspecto físico o comportamiento sexual es lo que recibo todos los días. ¿Por qué? Porque precisamente, como dice Varela, son nuestras mayores desobedecías.

Los hombres con visibilidad pública, independientemente de las ideas que articulen, no albergan la misma cantidad de insultos que recibimos las mujeres que expresamos ideas feministas. Pero, sobre todo, no reciben el mismo prototipo de insultos.

Eso sí, y para que quede claro, nos importa una mierda lo que penséis de nuestro físico, nos importa una mierda despertar vuestros deseos, y no vamos a dar ninguna explicación de lo que hacemos o no con nuestro cuerpo. Y efectivamente, lo que rumian nos da igual, pero lo que no vamos a tolerar es que inviten a que nos violen, que nos insulten de manera misógina o que nos ridiculicen una y otra vez.

Una quiere ir por la vida sin que cuestionen nuestra actividad sexual, sin que nos juzguen por ir  o no arregladas y, lo más importante, sin tener miedo a que nos amenacen de muerte. Lo que hay que tener claro es que esto únicamente lo hacen porque les jode que defendamos nuestros derechos por una razón muy simple, no nos quieren libres. 

Pero nuestra libertad no se negocia.

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